El hombre que no siente hambre y sed de Justicia, muy probablemente se esté saciando con el mundo. Dios promete saciar a los hambrientos y sedientos de su Justicia, pero este tipo de justicia no es causa de alguna injusticia que ellos hayan recibido, sino, un deseo por integridad, y Santidad ante Dios. Te invitamos a participar de este nuevo sermón, de esta serie de las bienaventuranzas.