Continuando con nuestra serie sobre «La Iglesia del Dios vivo», ahora nos toca abordar otro de los propósitos principales de nosotros como Iglesia. Para esta ocasión, nos acercamos al momento donde Jesús mantiene una conversación con la mujer Samaritana. Si analizamos minuciosamente la conversación, vamos a notar que al momento de que Jesús confronta a esta mujer con su pecado, ella instantáneamente trata de desviar el tema. En un acto desesperado por ella, no se da cuenta que termina dirigiéndose precisamente al punto de la conversación que Dios quería: la adoración. ¿En dónde es que debemos de adorar? es el interés de ella, pero el interés de Dios no es dónde, sino el «cómo», y a «quién». Acompáñanos en este nuevo sermón, y juntos aprendamos que la Iglesia, fue instituía para adorar.